¿Quién eres tú?
De
Tristeza como un vestido
Vicente Calafiore
“… Aquellos como nosotros somos
como un trozo de pan mohoso,
no saben reir y se quedan
siempre en parte, con el mismo vestido
del gris de siempre.
yo soy esa copa de vino
medio abandonado en algún lugar..."
Vicente Calafiore
No sabemos reírnos de marionetas en desuso en un detrás de cámaras.
Todavía con el último vestido de escenario puesto desde nuestro rincón, siempre miramos en la misma dirección, y si vemos una luz en el fondo de la oscuridad, cobra vida la esperanza de que alguna mano nos levante de ese clavo para hacernos venir. volver a la vida
Todavía no hemos visto la luz, pero aquí, en nuestro mundo de sombras y pocos sueños, nunca nos hemos rendido y seguimos con la esperanza.
Mientras tanto, muchos actores y actrices, perfumados y elegantes, pasan durante el día, algunos se detienen justo debajo de nosotros para revisar el - Guión -, otros se demoran en sus confidencias, pero nadie levanta jamás los ojos para notar nuestra presencia, es como si fuéramos marionetas tristes e invisibles.
¡Ay! Si alguno de estos nos diera una palabra, si alguno de estos se detuviera un momento a mirarnos y nos considerara tristes marionetas nostálgicas, ¡descubre cuánto amor seríamos capaces de dar!
Así que por la noche cuando el teatro se vacía y cae el silencio, desde donde estamos todos miramos al cielo con gran expectación y esperamos a que suceda la magia!
El cielo comienza desde los extremos a iluminarse con una luz tenue que poco a poco se vuelve más y más luz blanca, fuerte, intensa, fríamente virginal la luna asoma de la cúpula de cristales, ¡su majestad Luna!
Se nos ocurre que de repente cobramos vida, cobramos vida, nos movemos, caminamos en las habitaciones vacías cada una con su propio drama para ser representadas ante un público de almas que se encuentran allí buscando la suya.
Es un espectáculo único.
Acto único.
una escena
¡Solo violín!
¡Sus notas nos acompañan hasta los ángeles y quién sabe si alguna vez habrá alguien para nosotros!
¡Pero no sabes, no puedes saber porque nunca me has mirado!
No me viste crecer, no me viste joven, adulto, ahora con la cabeza blanca;
“mis heridas” nunca sanarán, pertenecen a un pasado presente que vuelve a la mente y no da vida, no da la posibilidad de saborear plenamente la felicidad momentánea.
Es un fino velo de tristeza en los ojos y aquellos como yo podemos reconocerlos de inmediato.
A veces surge la pregunta: ¿quién eres?
¡Y muchas veces nunca he podido responder a esta pregunta!
Pero no conoces mi sensibilidad, mi humildad.
Caminé mucho con la frente en alto, no le debo nada a nadie... estoy viva y tú?
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